# Época Prehispánica.
# Primeros Pobladores.
Los códices Ramírez y Vaticano así como los cronistas Ixtlilxochit y Muñoz Camargo dieron a conocer que la Sierra Norte del Estado de Puebla estuvo conformada por grandes extensiones de selvas vírgenes impenetrables, invadidas por tribus teochichimecas o nahuatlacas derivadas de las huestes de Xólotl allá por el año de 1325.
No dejaron vestigios que demuestran haber alcanzado el mismo desarrollo de las otras culturas contemporáneas. Los pobladores chichimecas de esta región en tal época apenas se iban adoptando la vida sedentaria, organizándose en pequeños calpullis para cultivar la tierra en forma rudimentaria.
Cuando los productos vegetales y animales de las selvas ya no eran suficientes para alimentar a todos los habitantes, muchos de ellos seguían con su vida errante, troglodita y vandálica.
Su organización social parte del individualismo salvaje, sigue por la tribu errante y colectora hasta el “calpulli” y el “tlatocayotl” bajo la dominación Azteca.
# Vestimenta.
En aquella época solamente cubrían sus cuerpos con pieles de animales a manera de taparrabos, la vestimenta evolucionó a túnicas y posteriormente a camisas y jubones con calzones, huaraches, sombreros, también utilizaban capotes y mantas encima de todo el vestido.
La vestimenta en los poblados indígenas de clima templado o caliente fue sumamente ligera, pues consistió para los hombres: en calzón corto de manta, una túnica de lana corta y abierta por los costados, sombrero de palma rústico y ningún calzado; para las mujeres: una enagua de manta enrollada ceñida con faja de lana y una pieza romboidal de la misma tela (huipil) abierta por los lados para cubrir pecho y espalda, un tocado muy complicado sin calzado ni rebozo, todo a la usanza de la gente totonaca, cuyos descendientes viven en la región veracruzana que colinda con la Sierra Norte de Puebla.
En las regiones frías los hombres indígenas (hasta fines del siglo pasado): usaban calzón corto de manta, un cotón de lana ceñido con un cordón de ixtle (fibra de maguey), sombrero de palma rústico y huaraches de pata de gallo; las mujeres: enagua de lana enrollada y ceñida con faja de la misma fibra, camisa muy escotada hecha de manta sin mangas, rebozo de lana, sin calzado y con un tocado muy sencillo.
# Alimentación.
Para alimentarse cazaban animales silvestres como: venados, zorros, liebres, ardillas, culebras y otros animales de campo. El maíz ya era utilizado para para la preparación de tortillas en “metlatl” con “metlamaitl” (mortero de piedra por frotamiento) y “cómal” (para la cocción); también utilizaban “tecaxime” (molcajetes) y “temolote” (morteros) hechos de piedra para pulverizar maíz hasta convertirlo en “pinole” (polvo de maíz) y para la trituración de chiles en la preparación de salsas picantes (este método se sigue utilizando actualmente). Para ablandar el maíz y para la cocción de las legumbres utilizaban ollas y vasijas rudimentarias hechas de barro cocido.
# Religión.
Los aborígenes de esta zona adoraron al sol, a la luna, y a otras fuerzas de la naturaleza; como lo demuestran los ídolos de piedra que se han encontrado en las ruinas arqueológicas y el hecho de que sus descendientes hasta la actualidad practican los actos de la religión cristiana utilizando elementos como el incensario, las danzas y el ofrecimiento de flores y frutas.
Los chichimecas sólo adoraban al sol sin tener ídolos; historiadores de crédito explican que el significado de los sacrificios humanos que se hacían en las ceremonias religiosas, eran para reconocer que el hombre (en todo su ser) era obra del creador de la naturaleza (Dios) y no había nada mejor para manifestarle gratitud ofreciendole el corazón y la sangre humana, que son el vehículo de la vida. Es seguro que la mayoría de las tribus practicaban estos sacrificios por imitación y sólo en los centros de las poblaciones importantes, los sacerdotes y personas preparadas entendían este significado.
A sus muertos se les rendía culto como el que todavía se practica, no con ofrendas simbólicas sino materiales como: las bebidas y los alimentos, piezas de ropa, instrumentos de trabajo entre otros objetos.
# Matrimonio.
Puede afirmarse que el matrimonio era estimado como base de la familia y éste como la célula del calpulli o pequeño poblado, debía ser autorizado en una reunión de familiares de ambos contrayentes, los padres de la pareja invocaban a su Dios pidiendo el bienestar para la nueva familia.
El matrimonio era concertado por los padres de ambos contrayentes a petición del hombre, si la pretensión era rechazada, los padres del hombre tenían que recurrir al sacerdote para que él interviniera puesto que la negativa sólo podía referirse a que el hombre tuviera un defecto muy grande no por la voluntad de la mujer.
Al terminarse las pláticas con la estipulación del enlace, se efectuaba una reunión de ambas familias en el idioma náhuatl se denomina “cihuatlaliliztli” (acto de poner mujer), la mujer era entregada al hombre con recomendaciones muy reiteradas de sus padres de ser una buena esposa y a su tiempo una buena madre, los padres del hombre también le recomendaban reiteradamente ser un buen esposo y un buen padre de familia.
Las ceremonias con que era celebrado el concierto matrimonial, comenzaban por la conducción solemne de la novia a la casa del novio en una recepción con ofrecimiento de flores, las hermanas y hermanos de ambos les lavaban los pies y la cabeza para entregarles obsequios y darles en la boca los mejores alimentos preparados al momento.
Seguía un baile llamado “maxochitl” (flor en la mano), cada persona sostenía ramos de flores en la mano derecha. En algunos lugares se siguen practicando como agradecimiento de compadrazgo. El baile debía ser alternando, hombre y mujer, consuegros y parientes del novio frente a los de la novia.
En el banquete abundaban bebidas embriagantes.
Se finaliza con un baile donde los familiares de la pareja cargaban o llevaban en brazos un muñeco “coconetl” (niño pequeño) para pedir a sus dioses que los bendijera con hijos. Los detalles de este ceremonial tenían variaciones dependiendo de la población.
# Aseo personal.
En cuanto a higiene, eran comunes los baños en “temazcal” (baño de vapor rudimentario), se hacían 1 ó 2 veces a la semana en una caseta de paredes toscas de piedras unidas con lodo, las laterales de 80 cm de altura con techo de madera cubierto de zacatón con una capa gruesa de tierra, la cúspide de 1.20 m de altura con una abertura estrecha como entrada y por dentro se tendía una alfombra gruesa de hojas verdes de ocote (ocoxal).
El vapor se producía en una pequeña bóveda de piedras volcánicas que debían ser calentadas hasta enrojecerse, en ocasiones eran agregadas hierbas medicinales para curar enfermedades y a mujeres después del parto. La entrada y la tronera (chimenea) eran cerradas y se arrojaba agua sobre la hornilla (texictli), el vapor caliente era bajado con ramas de encino hacia los cuerpos tendidos sobre la alfombra hasta conseguir abundante sudoración, después de un descanso de 5 a 10 minutos se repetía la producción y atracción del vapor caliente hasta la disminución del calor para finalizar el baño. Esto aún se practica en poblados indígenas, generalmente por las noches.
El lavado de la ropa, por lo que aún se observa entre sus descendientes, se hacía con “patamole” (hoja espatiforme de una planta herbácea) o con “chichicamole” (tubérculo de planta herbácea trepadora).
# Manifestaciones culturales.
Las poblaciones aún conservan sus nombres en náhuatl, los cuales tienen un significado especial que denota el gusto por la naturaleza:
Xochitonal: último día del año en el calendario náhuatl, se nombró así a un cerro cercano al pueblo del que estamos haciendo referencia y donde escribe esta historia.
Pinahuizahtla: se traduce como lugar de las aguas vergonzosas.
Yautetelco: nombre dado a un poblado de este Municipio, se traduce como “lugar en donde hay una loma azul”.
Ochimaxaltampa: nombre dado a la falda de un cerro, que se traduce “bajo una rama en flor”.
Entre los vestigios encontrados se cuentan las pirámides de Xiuhtetelco, las ruinas de Mexcalcuautla, de Tetelhictic (Teteles), de Xiuhcalyohcan (Xiuhucayucan), de Atacpan, de Teteltipan (Las Lomas), de Ixtacamaxtitlán, de Nauitzontla (Nauzontla), de Yohualichan, de Ometepétl, de Tilapa, de Amixtlán y las de Metlaltoyuca que son las más importantes y que seguramente son de una ciudad antiquísima.
# Supersticiones.
De los prejuicios y supersticiones se conservan entre los descendientes la creencia de que las enfermedades son a causa de maleficios, hechicerías o brujerías y solo se curan por individuos que se dicen dotados de facultades psíquicas especiales.
Usaban como hasta ahora, un cinturón de piel de coyote (lobo) sin curtir para impedir el aborto y emplastos de la misma piel, también para calmar los dolores reumáticos así como gran número de hierbas para curar diversas enfermedades.
# Propiedad de la Tierra.
No conocían el concepto de propiedad individual de la tierra, no delimitaban bien los terrenos ni tenían titulares, manifestado así por los indígenas hasta finales del siglo XIX.
# Régimen Azteca.
El Imperio Azteca dominó esta región de modo que cuando llegó a su apogeo imperaba sobre los señoríos o cacicazgos de Cuahuchinanco (Huauchinango), Zacatlán, Hueytlalpan, Xonotla (Jonotla) teniendo como subalterno al de Tetela, Tlatlactépetl (Tlatlauqui), Mexcalcuautla e Iztacamaxtitlán.
El señorío o cacicazgo de Tlatlactépetl (Tlatlauquitepec) comprendió en su dominio a los pequeños señoríos de Nahuitzontla (Nauzontla), Quetzalan (Cuetzalan) y se extendía hasta Papantla, Ocopipilteno (Yacnáhuac) y Tlamancan (Zautla), así como numerosos calpullis directos entre los que se contaba el de Teteltipan (las Lomas), que comprendía el territorio donde se ubican las tierras de los descientes del pueblo de Xochiapulco.
El significado de Tlatlactépetl (“cerro que ardió”) se originó debido a que el cacique de ese lugar mandaba a hacer una enorme fogata en la cima del Cerro Cabezón ubicado al poniente de ese lugar, para convocar de manera urgente a los jefes de los poblados a su mando y así comunicarles verbalmente algunas disposiciones importantes.
El régimen azteca impuso en toda esta Sierra su idioma, los pueblos totonacos recibieron nombres en náhuatl, se les impuso la misma religión, obligando a todos los habitantes a la adoración del dios Huitzilopoxtli y sus costumbres, pero aún así había muchas tribus chichimecas trogloditas, semi bárbaras que asolaban la región como las que llegaron a la meseta que se encuentra al oriente del río Apulco y que le dieron el nombre de Xochiapulco.
# Origen del Municipio de Xochiapulco.
En el siglo XII, según se narra en el informe rendido al Virrey de la Nueva España, Lorenzo Juárez de Mendoza, Conde de Coruña, por el corregidor Juan González, en el año de 1581, se asegura que más de trescientos años antes surgió una inmigración chichimeca, alrededor del año 1281 y fue dejando grupos como el de Tetela que perteneció al señorío totonaco de Xonotla (Jonotla), el de Teteltipan hoy parte del pueblo de Las Lomas Zacapoaxtla, este era un calpulli perteneciente al señorío de Tlatlactépetl (Tlatlauquitepec) que dependía del imperio Azteca y era el dueño de las tierras donde se asentaron los descienden de los primeros pobladores de Xochiapulco.
Los inmigrantes chichimecas atravesaron el río que existe por estas regiones y que en su idioma náhuatl llamaron “Apolco” (río caudaloso) que se castellanizó en “Apulco”; al oriente de este río existe una meseta donde abundaba una hierba de flor amarilla pequeña muy llamativa, la llamaron “Xochiapulco”, palabra compuesta que significa: lugar en donde abunda la flor del río caudaloso y como ya se ha mencionado, estas tierras pertenecían al calpulli de Teteltipan (Las lomas), se dedicaron a la caza de animales, a la recolección de frutas y plantas comestibles.
Por estas tierras cruzaba un camino que conducía a la sede del Imperio Azteca, la gran Tenochtitlán; los chichimecas atacaban a los caminantes y les cortaban la cabeza en un lugar llamado Tequextecoyan (“lugar donde cortan cabezas”); Olintecutli cacique de Tlatlactépetl, mandó a sus guerreros a someterlos, acordó con ellos que las tierras les serían cedidas bajo la condición de dejar los atracos, la vida errante, para así dedicarse a protegerlas y cultivarlas, considerándolos como dueños desde esa época.
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